Información Científica

Última actualización [01/07/2007]



Las bebidas indígenas fermentadas y los patrones de consumo de alcohol de los grupos étnicos en México

Luis Berruecos Villalobos

MEXICO

El Estudio del problema a través de la historia.

Aun cuando existen reportes de estudios médicos enfocados a los efectos del consumo en el organismo humano, que datan de finales del siglo xix, la investigación psicosocial y cultural sobre este problema se remonta apenas a los años setenta con el surgimiento del actual Instituto Nacional de Psiquiatría y su División de Investigaciones Epidemiológicas y Sociales, instancia que más estudios realizado en la materia.

En cuanto al problema del consumo de alcohol y el alcoholismo en México, sabemos que no es un fenómeno nuevo en tanto que ha sido documentado desde el siglo xvi: había una gran variedad de bebidas fermentadas -como se verá más adelante- que eran consumidas por los diferentes grupos indígenas que vivían en el país.

Al respecto y de acuerdo con Taylor,2 en esa época, las nociones de moderación parecían centrarse en las ocasiones en las que se podía beber, en quién podía hacerlo y menos en cuánto se consumía. En ocasiones rituales, en las que estaba permitido el consumo de alcohol, los hombres adultos aparentemente podían beber hasta el estupor sin vergüenza. Este mismo autor identifica dos patrones de consumo primordiales: consumo sólo por parte de la nobleza, con fuertes penas para los trasngresores, y consumo popular en ocasiones rituales asociadas con la agricultura, la religión y los ciclos de la vida, como el nacimiento, el matrimonio y la muerte, con penas menores a quienes violaban estas disposiciones.

Otros investigadores sugieren la existencia de normas diferentes para grupos de la población y de acuerdo con las ocasiones de consumo. Según otros autores,3 el permiso de intoxicarse durante ciertas fiestas se extendía a las mujeres; al respecto, también el Códice Mendocino señala la edad de 60 años para que hombres y mujeres empezaran a beber sin restricciones.

La Conquista española trajo consigo la modificación de los patrones tradicionales de consumo, éstos cambiaron de un uso ocasional, limitado a ciertas festividades, a otro profano indiscriminado. Más tarde se introdujeron las bebidas destiladas y la cantidad de personas que bebían y se intoxicaban se incrementó. De acuerdo con Taylor4 esto se asoció con tres factores: 1) la inclusión de una proporción mayor de aquellos que formaban parte del grupo social de estrato social menor, esto es, los más pobres, llamados "macehuales", en el grupo de bebedores; 2) el ajuste de la intoxicación ritual a las numerosas festividades del calendario cristiano, y 3) a la comercialización del pulque. Otras razones pudieron estar relacionadas con la ausencia de normas que restringían el uso con la disminución de la autoridad de los líderes indígenas5 y de la ausencia de una normatividad efectiva de las nuevas autoridades.6

Situación actual de las etnias mexicanas7

México es un país pluriétnico y multicultural, esto es, está conformado por una gran variedad de grupos étnicos y grupos sociales, que hablan lenguas diferentes y tienen costumbres y modos de vida particulares. Desde luego que la etnia mayor, en la actualidad, está representada por hablantes del español, que en su mayoría viven en centros urbanos, pero hay un número considerable de ciudadanos que radican en el campo, en zonas rurales, con una economía básicamente de autoconsumo, dedicados a la agricultura y que si bien conocen la lengua española y la usan para sus diversas transacciones comerciales, en realidad utilizan cotidianamente su propia lengua indígena y sus costumbres. Nos referimos a una población cuya dimensión nadie conoce con exactitud, pero que podría oscilar entre los 10 millones de personas, según las fuentes oficiales, y los 16 millones, de acuerdo con otros investigadores: todo depende de cómo se clasifique a dicha población y los criterios y parámetros que para tal efecto se utilicen.

De cualquier manera, nos enfocamos más en las comunidades indígenas -tan desconocidas para la mayoría de los mexicanos- uno de cuyos principales problemas es la alta ingesta de alcohol, aunque los patrones de consumo de alcohol en México sean diversos8.

En el siglo pasado, un rico filántropo inglés interesado en el estudio de la sociedad realizó una extensa investigación de campo con el propósito de describir las condiciones en las que vivían los pobres de su ciudad; tituló su obra A una mitad de Londres, como vive la otra mitad. Este libro despertó gran curiosidad entre la población, puesto que, en efecto, una mitad no sabía de la existencia de la otra.

Hace trece años, un primero de enero, nos enteramos de que había un levantamiento armado en el sur de México. En ese momento, más de la mitad de los mexicanos supo de la existencia de los otros, y aprendió que no es "Chapas" el estado donde se originó el movimiento, ni "tosti" o "tselta" los grupos predominantes indígenas de dicho estado.

En el censo de población de 19909 se indicaba que en México existen poco más de cinco millones de indígenas. Sin embargo, cualquier antropólogo sabe que hay más del doble de esa cifra. ¿Porqué esta situación? Las respuestas van desde la simple observación de que a mayor número de indígenas se obtienen más concesiones económicas de los grandes centros financieros (porque tener una gran población indígena es símbolo de atraso y poca modernidad), hasta los múltiples errores de aplicación de técnicas de recolección de datos por parte de los censores del inegi o los criterios de clasificación utilizados. Las cifras de los posteriores censos no cambian radicalmente en cuanto a los números, y una de las tantas explicaciones que al respecto se dan, es la alta fecundidad, pero también la elevada mortalidad infantil.

De cualquier manera, podríamos afirmar que, en la actualidad, cerca de 10% de la población mexicana es indígena. Pero esto nos remite a la añeja discusión de qué es ser indio y qué no o por qué el censo solamente considera a los mayores de cinco años hablantes de lenguas indígenas cuando sabemos que después de los dos, cualquiera puede hablar articuladamente, aunque quizá con un vocabulario escaso, y así sea en lengua indígena. De esta población, los que cuentan con tres y cuatro años, son eliminados indiscriminadamente, lo cual constituye un importante porcentaje de habitantes.

Otros errores también pueden atribuirse al hecho de que, muchas veces, al levantar los censos, la población no está en su lugar de origen, sino que emigra dentro o fuera del territorio nacional. Esta información no se consigna o aparece como datos de otros lugares de la República donde los indígenas acuden a trabajar, puesto que las condiciones de vida de su localidad los obliga a emigrar para sobrevivir, incrementando así la población flotante de las ciudades donde trabajan. Al ser interrogados, reniegan de su pasado indígena por temor a las represalias. Muchos radican temporalmente en el extranjero y no son considerados, y otros, simplemente, deciden dejar de usar su lengua materna fuera de su contexto familiar o cambiar el nombre de su lengua original; por ejemplo, hay un grupo "lingüístico" en el censo denominado motozintlecos, que en realidad pertenecen a la lengua maya pero así se autobautizaron por proceder de Motozintla.

El recientemente fallecido doctor Leonardo Manrique, en un excelente trabajo sobre la población indígena mexicana,10 señala los orígenes de la palabra indio: proviene del latín (nacido en un lugar) y en la actualidad su significado abarca "originario de" o "no introducido", oponiendo indígena a "procedente de afuera" o "introducido".

Las anteriores y muy marcadas diferencias históricas, culturales e incluso biológicas entre lo indígena y lo que no lo es, han cambiado radicalmente en el presente, desde que Colón tuvo a bien denominar indios a los pobladores de "las Indias". Ahora la palabra se usa denigrantemente para insultar al otro. Los vocablos indio, indígena, etnia o grupo étnico se refieren en México a lo mismo, esto es, a los grupos que han heredado por siglos la cultura que crearon y desarrollaron los fundadores de este país.

Mucho se ha especulado acerca de si es cierto o no que a la llegada de los españoles, habitaban el territorio de lo que es nuestro país 20 millones de indígenas, que constituían 100% de la composición racial, misma que cambió a 5% en 1570, 75% a mediados del siglo xvii hasta llegar a poco más de 10% en la actualidad.

Ya el maestro Alfonso Caso señalaba que indígena es, simplemente, "quien se siente indígena, no sólo el que habla o se viste como tal", y en cuanto al número de lenguas existentes, Manrique ha señalado11 que en los últimos once censos, varían enormemente los listados de cuántas lenguas se hablan en el país, pero que el promedio es de 40, aunque hay 20 constantes en todos ellos que son las que contienen mayor número de hablantes. Asimismo, el autor ha propuesto el criterio de inteligibilidad para señalar que si lo que existe es intercompresión entre dos lenguas aparentemente distintas, estamos hablando de dialectos mientras que si hay ininteligibilidad, se trata de lenguas.

Ejemplos de lo anterior, se encuentran en los censos donde se habla de varias clases de zapotecos: de Uxtlán, de Cuiztla, etc., cuando son la misma lengua o de yaquis y mayos que se entienden entre sí, pero forman dos unidades políticas diferentes, por lo cual se distinguen uno del otro.

También hay quien piensa que el pololoca y el popoluca son lo mismo: al respecto y para aclarar esta situación, Manrique ha agrupado 77 lenguas en 39 grupos y en 12 familias.

Asimismo, es importante señalar que los nombres de las lenguas son los que los "preconquistadores" mexicas o mayas dieron a sus subordinados en su propia lengua o los propios españoles después y que se han "castellanizado", pero que no corresponden al nombre original: por ejemplo otomí, es el nombre que damos en español a los que a sí mismos se llaman ñha-ñhú, o tarascos a los que a sí mismos se denominan purépechas o tarahumares a los que a sí mismos se llaman rarámuri.

Debemos hacer notar que en el censo, se subdividen arbitrariamente algunas lenguas: por ejemplo, hay tres lenguas pames: la pame propiamente dicha que hablan la mayoría de los pames (que a sí mismos se llaman xigue) y los pames del norte y del sur (que a sí mismos se denominan xi'yui y xi'oi, respectivamente).

También existen seis clasificaciones de mixtecos cuando en realidad se trata de una sola lengua; así, encontramos dos popolucas, seis tipos de mixtecos y varias clasificaciones de chinantecos. Abundando en lo anterior, tenemos que los cochimí, cucapá, kiliwa, kumiai y paipai que habitan en Baja California, son todos yuma, así como los papabuco y los solteco de Oaxaca son, en realidad, zapotecos.

Regionalmente, tres estados: Yucatán, Quintana Roo y Campeche, tienen mayor proporción de población indígena, todos son mayas; por su parte, en Chiapas hay 14 lenguas registradas, pero todas ellas pertenecen a la misma familia maya. En Oaxaca hay 39% de hablantes de lenguas indígenas que manejan 15 lenguas diferentes, mientras que en Hidalgo, hay 26% pero solamente existen cuatro lenguas. De hecho, Oaxaca, Veracruz, Chiapas y Yucatán, concentran 54% de los hablantes de lenguas indígenas del país y, si a ellas sumamos la de los estados de Puebla, Hidalgo, México y Guerrero, alcanzamos 80%, esto es: en sólo 25% de las entidades federativas se concentra cuatro quintos de la población indígena. Finalmente, dos estados de la República no cuentan con lenguas indígenas: Nuevo León y Aguascalientes.

Respecto a lo anterior, sorprende que Veracruz y Chiapas, dos de los estados de la Federación con más recursos naturales, y con una gran cantidad de población indígena, tengan las poblaciones más marginadas.

Para concluir, sería importante mencionar que muchos son los problemas que aquejan desde hace siglos a los indígenas mexicanos: relacionados con salud, educación vivienda, alimentación, empleo, comunicaciones, entre muchos otros. A esto hay que añadir el alto consumo de alcohol en estas comunidades, reportado por no muchos estudios al respecto. Por lo cual, resulta paradójico que, habiendo fundado un gran país, en la actualidad sus descendientes vivan tan mal, dentro de la estructura social y económica de México, a pesar de los diversos movimientos que luchan por reivindicar sus derechos.

Cabe resaltar que la situación actual de los millones de indígenas de México, sean diez o más, es verdaderamente preocupante. Por ello no sorprende que en Chiapas haya habido un levantamiento en donde casi 100% de las peticiones que se hacen, recaigan justamente dentro de las carencias señaladas.

Como ciudadanos mexicanos, como aportadores de impuestos, aunque sea de manera indirecta, puesto que al comprar cualquier producto que incluya impuestos federales o locales están contribuyendo a la riqueza del erario fiscal, los indígenas también tienen derechos, merecen ser tratados como cualquier ciudadano y hasta ahora no se les ha escuchado.

Ahora que se ha puesto de moda el tema de los derechos humanos, habría que recordar que los indígenas también los tienen. No obstante, es frecuente escuchar o leer en los medios cómo estos derechos son pisoteados, sobre todo por agencias del sector judicial que, aprovechándose del poco o nulo conocimiento del español, los someten a toda clase de arbitrariedades.

Ya es hora de que el gobierno de la República preste atención a este importante sector de la población mexicana, no sólo en reconociminto de nuestros antepasados y de sus grandes culturas, objeto de la admiración de propios y extraños, sino también en razón del derecho que como mexicanos tienen a disfrutar de una mejor vida.

 

Las bebidas fermentadas tradicionales indígenas mexicanas 12

El hombre requiere, para vivir, satisfacer sus necesidades primarias, una de las cuales es la de mitigar la sed, misión que cumple el agua, simple y pura. No obstante, el hombre observó que, una vez fermentado, cualquier tubérculo, fruto o producto de la naturalezase producía una sustancia conocida como etanol, que es el compuesto químico del único alcohol potable.

Este hallazgo, ha hecho que el hombre, en la actualidad, disponga de diversas variedades de bebidas, entre las que destacan las alcohólicas que esencialmente, se pueden dividir en tres grupos: las fermentadas, las destiladas y las que llamaremos tradicionales-no comerciales. Las primeras son las más antiguas en la historia y se producen de manera natural mientras que las segundas son las que se elaboran en alambiques (que fueron inventados por los árabes y después llevados a España y a nuestro país) mediante complicados procesos químicos que logran una concentración más alta de etanol.

En esta presentación, abordaremos tanto las tradicionales no-comerciales, como las que, inventadas en otras regiones, han llegado a nuestro país y se utilizan de manera frecuente, por lo que ya forman parte de nuestras tradiciones. Contamos con la información, pero no se incluye por falta de espacio, acerca de los nombres originales, los lugares de producción, su forma de elaboración y el tipo de consumo. Cabe hacer notar que tanto las bebidas alcohólicas como las no-alcohólicas tradicionales mexicanas se producen desde hace cientos de años, sobre todo en las zonas rurales de nuestro país; en particular, entre las 64 etnias que habitan el territorio. Dichas bebidas se elaboran local o regionalmente, con fines domésticos, medicinales-curativos o incluso religiosos o rituales y no están, por lo general, disponibles para la venta masiva sino que se utilizan en casa o siguiendo ancestrales tradiciones de los antiguos mexicanos. También es importante mencionar que cuando hablamos del tipo de consumo doméstico, nos estamos refiriendo a una producción familiar que se destina al uso dentro de la casa habitación o con amigos y familiares. El consumo religioso se da tanto en los rituales católicos como en las propias ceremonias de un pueblo (petición de lluvia, ceremonias de curación, etc.). Como cada comunidad tiene innumerables fiestas a lo largo del año, sería virtualmente imposible mencionarlas todas, pero sí cabe destacar, en particular y de manera primordial, las más generalizadas en nuestro país, sobre todo en zonas indígenas o rurales, como las fiestas de muertos (más importantes para los indígenas, por ejemplo, que las fiestas de Navidad o fin de año), las celebraciones de los santos patrones del pueblo o las mayordomías, que son fiestas que se encargan a una persona (el mayordomo) que es elegida y se ve obligada a sufragar enormes gastos que incluyen, desde luego, bebidas sobre todo alcohólicas, tanto tradicionales no comerciales como las que pueden comprarse fácilmente.

La primera bebida que al parecer se conoció en México fue el octli o pulque, cuyo uso actual se encuentra bastante generalizado, sobre todo en las áreas geográficas donde se localiza el maguey, materia prima de este producto. En la época prehispánica se utilizaba básicamente con fines religiosos, rituales o medicinales: acerca de esto, hay múltiples referencias en los códices y en diversos libros sobre la historia antigua de nuestro país como los de Clavijero, Chavero, Robelo, Benavente, Sahagún, Torquemada y otros. Su conocimiento se remonta a varios siglos atrás de nuestra historia.

Con la llegada de los españoles, se empezaron a cultivar -sobre todo por los franciscanos en las Californias- los primeros sarmientos para la producción de uva. Incluso en los albores de la Colonia, se intentó la producción de cerveza con base en el trigo y la cebada, pero esto no prosperó comercialmente sino hasta fines del siglo pasado, en especial, en el norte del país y de manera más específica en Monterrey, ciudad que prosperó gracias a esta industria que incluye otras no menos importantes como las del vidrio, de hojalata, de lámina, de corcho, de transporte y de mercadotecnia y publicidad. El tequila y el mezcal empezaron a elaborarse en épocas tempranas, aunque su producción en serie se remonta a mediados del siglo xviii y hasta la fecha. También durante la Colonia se introdujeron en nuestro país los destilados producidos en alambiques, entre los que destaca el brandy, bebida que se ha popularizado porque se puede mezclar con bebidas gaseosas (los franceses consideran un "crimen" mezclar productos de uva con refrescos), lo que lo ha convertido en uno de los productos de mayor venta en algunas zonas del país, desplazando incluso a la cerveza. En Europa, a la fecha y con honrosas excepciones por su alta calidad, se sigue considerando el brandy como un coñac de mala calidad; básicamente porque en su elaboración se usa uva de menor calidad que la de la región que le dio el nombre (Coñac): quizá por ello no tuvo el éxito que se esperaba en nuestro país.

Dentro de las bebidas fermentadas, las más conocidas son los vinos en sus diversas variedades, que al parecer son las primeras que se fabricaron, presumiblemente, en Medio Oriente y la zona mediterránea, así como la cerveza, descubierta hace más de ocho mil años por los egipcios y los babilonios, mismos que elaboraban ocho distintos tipos, usando, entre otras técnicas, la de la fermentación del pan. Tanto las bebidas alcohólicas como las no alcohólicas de producción casera y uso ritual, religioso o doméstico, es factible encontrarlas en diversas regiones del país, aunque con diferentes técnicas de elaboración o nombres particulares: por ejemplo, el aguardiente, el pulque, el ponche o el rompope, son bastante comunes en toda la República, aunque su forma de preparación y sus nombres cambian de región en región. Lo mismo sucede con las bebidas no alcohólicas como las aguas frescas, los atoles, chocolates, licuados "ollas"o, incluso, el café; en ocasiones se preparan de manera diferente y llevan el nombre de quien inventó la combinación o del lugar donde se originó o, a veces, de alguna de las sustancias predominantes para su elaboración. Sería imposible explicar el significado lingüístico de cada uno de los nombres indígenas de estas bebidas, pero, por lo general, se deriva de la sustancia más importante utilizada en su elaboración.

También hay que destacar las bebidas que no se originaron en nuestro país pero que tienen cierta aceptación en algunos sectores de la sociedad, dependiendo, más que nada, de su costo y de la habituación que a ellas se tenga por su distribución, costumbre étnica o incluso publicidad; nos referimos, en concreto, al whisky, al brandy (que ya mencionamos), al vodka y a la ginebra, originalmente europeas, o al ron, de origen americano. Asimismo, existen múltiples bebidas destiladas: las hay para antes de comer (aperitivos), o después (digestivos) y de otros tipos. Las combinaciones de estas bebidas con jugos, frutas y sustancias diversas, son casi infinitas.

Patrones de consumo de alcohol en población indígena

Hoy en día, los patrones de consumo de alcohol entre las culturas indígenas muestran importantes variaciones que pueden oscilar desde una completa integraci13 y el uso restringido a ciertas ocasiones entre los rarámuri o tarahumares de Chihuahua,14 hasta la diferencia entre la orientación hacia la abstinencia entre aquellos que han adoptado las religiones protestantes, en comparación con los miembros de las mismas etnias, quienes permanecen católicos.

Los patrones de consumo típicos del México actual en varones urbanos son: el moderado alto (consumo mensual con cinco copas o más por ocasión, que abarca 16.9% de esta población) y el consuetudinario, (consumo de cinco copas o más al menos una vez por semana, que comprende 12.4%); en tanto que entre las mujeres es más frecuente el consumo mensual con menos de cinco copas por ocasión, que corresponde a 4.8% de esa población; asimismo, cabe hacer mención que el segundo patrón de consumo fue el moderado alto con 2.7% de las mujeres adultas urbanas consumiendo bajo este patrón.15

El número total de bebedoras, de bebedoras consuetudinarias y de mujeres que cumplieron con el criterio de dependencia en los doce meses previos a la aplicación de diversas encuestas, muestra que entre la población femenina se mantuvo estable con 45% de la población en 1998 y 43% en 2002; 0.8% y 0.7% de bebedoras consuetudinarias y 1% y 0.7% con dependencia. A pesar de lo anterior, se observó un aumento en el número de bebedoras moderadas altas (de 2.6 % a 3.7%). En la población masculina el número de personas que cumplieron con el criterio de dependencia se mantiene estable en las dos últimas encuestas realizadas: 9.6 y 9.3% respectivamente.16

Los estudios transculturales que han compartido metodologías similares en México y Estados Unidos, reportan que en México se tienen tasas más bajas de dependencia (8% en comparación con 18% en la población norteamericana).17 Tasas más altas de consumo poco frecuente y de grandes cantidades (24% y 6%) y tasas menores de consumo frecuente de bajas cantidades (3% y 12%);18 se observan también tasas más altas de ingreso a salas de urgencia con niveles positivos de alcohol en sangre (21% y 11%),19 sugiriendo que en México una proporción importante de los problemas que se derivan del abuso de alcohol es resultado de prácticas inadecuadas en personas no dependientes.20

Comparaciones internacionales también ubican a México en los primeros lugares de mortalidad de cirrosis hepática en el mundo con tasas de 22 muertes por 100,000 habitantes.21 Al ajustar la pirámide poblacional mexicana a la de la Comunidad Económica Europea, a fin de poder comparar tasas de mortalidad evitando el sesgo producto de una población mexicana más joven, y por tanto con menos riesgo de morir por una enfermedad crónica, la mortalidad por ésta causa alcanza una tasa de 48.6 muertes por cien mil habitantes, superior a la observada en Francia o en Estados Unidos de 17 y 11.6 por 100,000 habitantes respectivamente.22 Si bien la sobremortalidad en nuestro país puede estar asociada con otros riesgos asociados con infecciones hepáticas o deficiencias nutricionales, es un hecho que la mortalidad por cirrosis asociada con el abuso de alcohol se encuentra en ascenso. En los hombres, aumentó en 72% entre 1970 y 1995 y presentó un aumento de 13% para las mujeres. Durante el mismo período, la mortalidad por cirrosis hepática asociada a otras causas disminuyó en 33% para los hombres y en 20% para las mujeres.23 Las variaciones en los diferentes estados de la República son considerables con oscilaciones de 6.78 por 100,000 habitantes para el estado de Durango, a 44.19 por 100,000 habitantes en el de Hidalgo que, por cierto, tienen las tasas más altas.24 De hecho, la sobremortalidad por cirrosis se localiza en la parte central del país, en los estados de México, Hidalgo, Puebla y Tlaxcala que contienen altos porcentajes de población indígena. La tasa de mortalidad por esta enfermedad en el Valle del Mezquital, habitada por etnias otomíes, se ha estimado en 140 por cien mil habitantes. Esta observación ha llevado a la hipótesis de la concurrencia de otros factores de riesgo relacionados con factores genéticos nutricionales o daño al hígado.25

A pesar de la riqueza de información, poco se ha se ha profundizado en el estudio del uso y abuso de alcohol y el alcoholismo y sus implicaciones en comunidades indígenas actuales, por lo que carecemos, por ejemplo, de cifras precisas sobre cirrosis hepática por consumo exagerado de alcohol entre estas poblaciones. Por lo anterior, sería deseable realizar más investigación sobre los efectos del consumo inmoderado en estas poblaciones marginadas para estar en condiciones de diseñar programas preventivos acordes a su situación cultural.

Como prácticamente está por concluir la administración actual, convendría preguntarnos si las metas trazadas en els exenio anterior se cumplieron o al menos se han contemplado o se incluirán en futuros programas de gobierno. Hacemos el anterior razonamiento en virtud de que cada cambio de administración pública, se solicitan a la comunidad científica proyectos, ideas, planes y programas para incorporarlos a un Plan Nacional de Desarrollo, que a final de cuentas no se cumple por falta de voluntad política, de recursos económicos o de presiones de diversos grupos sociales.

A partir del análisis anterior, se puede decir que no ha habido y, al parecer por un tiempo, no habrá voluntad política para atender el grave problema del alcoholismo, que va en aumento y que constituye, sin duda alguna, un grave problema de salud pública, a pesar de los esfuerzos que con escasos recursos han realizado algunos investigadores del tema.

En cuanto a las etnias mexicanas, estamos ante un panorama complejo por su pluralidad y por la situación social, económica y política que viven dichas poblaciones; entre oros problemas, tienen el del consumo excesivo de alcohol y la falta de atención gubernamental, lo que complica el estado de cosas, sobre todo si consideramos que además de las bebidas comerciales, las etnias mexicanas producen, cuando menos, 172 bebidas fermentadas, de las cuales 87% lo constituyen bebidas con contenido alcohólico y sólo 13% no lo contienen; esta sustancia altera el sistema nervioso central, lo deprime, desinhibiendo al sujeto y permitiendo la liberación de sus impulsos reprimidos. Tal vez esto explique porqué el hombre consume alcohol desde siempre.

Resulta evidente que las consecuencias del consumo inmoderado del alcohol y el alcoholismo, si bien constituyen graves problemas de salud pública en los núcleos urbanos, lo son aún más en regiones rurales e indígenas que no cuentan con acceso directo a los servicios de salud y a otros apoyos, por lo cual resulta urgente realizar más investigaciones sobre los patrones de consumo en zonas indígenas y sus repercusiones en los ámbitos individual, familiar, social y laboral, que permitan el diseño de mejores estrategias para atender a la población ya enferma y evitar que el mal siga creciendo.

Notas

1 Antropólogo Social. Profesor Titular "C" e Investigador de Tiempo completo y Decano del Departamento de Relaciones Sociales. Unidad Xochimilco, Universidad Autónoma Metropolitana, uam-x, Ciudad de México. Correo: lberruecos@prodigy.net.mx y berruecos.luis@gmail.com

2 1979.

3 Corcuera de Mancera, 1991.

4 Loc. cit.

5 Rojas, 1942

6 Corcuera de Mancera, op. cit.

7 Para mayor información, consultar el artículo de Luis Berruecos: "Situación actual de los indígenas mexicanos", publicado en: Psiquiatría, Órgano oficial de difusión de la Asociación Psiquiátrica Mexicana, A. C., Época 2, Vol. 11, núm. 2, mayo-agosto, 1995: 48-51. Una versión más actualizada de este artículo ("La situación actual de la población indígena en México") acaba de ser publicada en México, visión global: La agenda para el siglo xxi, Miguel Ángel Jiménez Godínez y Alberto Cinta Martínez (coords.), México, Miguel Ángel Porrúa, 2006, pp. 213-230.

8 Véase el artículo de Luis Berruecos "Aspectos Culturales del consumo del alcohol en México". en: Alcohol Consumption Among Mexicans and Mexican-Americans: A Binational Perspective. Edited by M. Jean Gilbert. Spanish Speaking Mental Health Research Center. University of California at Los Angeles, December, 1988, 287, pp.: 85-102.

9 inegi, General de Población, México, 1990.

10 Leonardo Manrique Castañeda, La población indígena mexicana, México, inegi, 1994.

11 Op.cit.

12 Para mayor información, consultar el artículo de Luis Berruecos: "Bebidas y licores de hoy", en: Bebidas nacionales. Guía México Desconocido, núm. 18, noviembre 1994, pp. 50-84, México, Editorial Jilguero. Reimpreso en Unicornio. Suplemento Científico y Cultural de Por Esto, año 12, núm. 619, pp. 3-6, domingo 16 de marzo de 2003, Mérida, Yucatán, México.

13 Bunzel 1940

14 Kennedy, 1963

15 Ver : "Las etnias mexicanas y su consumo de alcohol", de María Elena Medina Mora y Antrop. Luis Berruecos Villalobos (en prensa).

16 ena, 1988, 1998, 2002.

17 Vega y cols., 1998.

18 Caetano, Medina-Mora, 1988.

19 Cherpitel y cols., 1993.

20 Borges y cols., 1999.

21 SSA, 1998.

22 Edwards y cols., 1994.

23 SSA, 1970 y 1998.

24 SSA, 1970 y 1998.

25 Narro et al., 1992.

 

Bibliografía citada:

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 FUENTERevista Liberaddictus, Número 97, Volumen XIV, Mayo-Junio 2007.

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