Información Científica

Última actualización [19/02/2006]



Prevención vs. influencia social en las adicciones




Psic. Pedro E. Sánchez Paz*

MEXICO

La opinión pública y las actitudes de la sociedad pueden favorecer, o bien frenar, los esfuerzos dirigidos hacia la prevención del uso del alcohol y drogas.


No sólo se debe tomar en cuenta la dependencia y la adicción, sino también los problemas relacionados con el consumo del alcohol y drogas entre la juventud, tales como bajo rendimiento académico, deserción escolar, pérdida del trabajo, desempleo, incendios, daños a la propiedad, accidentes automovilísticos, aislamiento, embarazo no planeado, abortos, abuso verbal y físico, abuso sexual, violencia y crimen, prostitución, narcotráfico, enfermedades físicas y mentales, intentos de suicidio y muerte.

En otras palabras, las consecuencias del uso de alcohol y drogas no es exclusivo de personas que cumplen con los criterios de diagnóstico de alcoholismo o adicción, sino que se pueden presentar entre jóvenes que sólo han abusado de estas sustancias e incluso que las han usado para experimentar con ellas.

El uso del alcohol y otras drogas tiene un impacto directo en el aprendizaje, ya que alteran el proceso académico de los estudiantes, contribuyen al vandalismo y al ausentismo, además de que elevan en forma alarmante la deserción escolar, entre otras consecuencias nocivas.

El consumo de estas sustancias también repercute directamente en la sexualidad de los jóvenes. No es extraño que jóvenes adictos o alcohólicos hablen de disfunciones sexuales, de prácticas sexuales de riesgo, de abusos sexuales, de ejercer la prostitución para obtener recursos que les permitan adquirir la sustancia o para abortar, entre otras cosas.

La juventud enfrenta una constante presión proveniente de sus mismos amigos, para consumir o usar diversos tipos de sustancias. Por esto, se vuelve necesario enseñarles habilidades para la vida, tales como sobrellevar las dificultades emocionales, tomar decisiones o comunicarse efectivamente; todo esto les permitirá resistir la presión grupal y otras de índole social que conducen al uso del alcohol y de otras drogas.

El uso del alcohol es ampliamente aceptado en muchas comunidades. Los adolescentes usuarios del alcohol y otras drogas tienen una fuerte necesidad de pertenencia, al extremo de realizar actos que van en contra de sus mejores juicios.

El alcohol y la nicotina aún se mantienen como las dos drogas de mayor consumo y de más fácil adquisición entre la juventud actual. De hecho, son las drogas que mayor número de muertes reportan en relación con las adicciones y, normalmente, son la puerta de entrada para el consumo de otras drogas.

Asimismo, el uso del alcohol y otras drogas provoca muchos accidentes automovilísticos. Los riesgos se multiplican entre los jóvenes debido, sobre todo, a su falta de experiencia en la conducción de automóviles. Si bien, el alcohol es la causa principal de los accidentes de tránsito entre los jóvenes, el consumo de marihuana y cocaína también contribuyen en estos accidentes.

Los estilos de vida riesgosos y la presencia de alcohol y drogas han ocasionado lesiones, suicidios y homicidios. En algunas áreas, el consumo de estas sustancias ha alcanzado proporciones epidémicas; en ciertas zonas, cuadras enteras han sido establecidas como zonas de tráfico de drogas.

Los consumidores de drogas, infectados con el SIDA, son uno de los principales grupos transmisores de la enfermedad dentro de la comunidad heterosexual. Cuando más temprano se inicien en el consumo de drogas, los jóvenes tendrán más probabilidades de continuar escalando en este consumo y en la progresión de la enfermedad.

Padres de familia, ministros religiosos, profesionales de la salud, profesionales en la educación y todas las personas en general deberían demostrar que existe una intención favorable para actuar a favor de la prevención del alcoholismo y la drogadicción. ¿Pero cómo?

Se sabe que los programas preventivos para reducir el uso del alcohol y otras drogas entre la juventud generalmente fallan, porque no tienen suficiente apoyo de otros programas, instituciones, actividades y mensajes, y porque, además, deben competir con un medio que permite, fomenta y tolera el uso del alcohol y otras drogas.

La cultura tóxica de nuestro país (por lo menos en relación con el fomento del consumo de alcohol) se refleja en nuestras familias, en nuestros festejos y tradiciones, en nuestros encuentros sociales, en nuestras canciones y películas, en nuestro característico sentido del humor. Todos hemos contribuido, en cierta medida, a tener una generación de jóvenes que se hallan en continuo riesgo de tener problemas relacionados con el alcohol y otras drogas.

Decir que un individuo es culpable o débil por consumir alcohol y drogas, es no reconocer el importante papel que el medio tiene en el comportamiento humano. No podemos olvidar el factor social como un aspecto fundamental en el desarrollo de esta enfermedad. Se espera que tanto padres de familia, profesores, profesionales de la salud y otros miembros de la comunidad se interesen más por la vida de las personas que viven en ambientes donde se acepta, tolera e incluso se alienta el uso de sustancias, con la justificación de que así aprenderá uno a “divertirse”, “hacer amigos” y a “enfrentar las dificultades de la vida diaria”. Además, si se calcula que por cada persona adicta o alcohólica hay otras siete personas que directamente se ven afectadas por su enfermedad, el impacto social es contundente y alarmante.

Cada vez es más evidente la presencia del alcohol y las demás drogas en la cultura, sea en la calle, en la publicidad, en el trabajo, o en el hogar, en la televisión. Los jóvenes reciben mensajes, desde distintos sitios, respecto a que el uso del alcohol y las drogas es riesgoso, que afecta su salud física, mental y emocional, y que su última consecuencia puede ser la muerte.

Sin embargo, en muchos restaurantes y comercios se vende alcohol a menores de edad o a clientes que ya están en estado de intoxicación, preocupándose más por obtener recursos económicos que por la responsabilidad que también tienen en este problema de salud pública.

¿Qué impresión adquieren los niños cuando camino a la escuela o de regreso a casa encuentran tres vinaterías? ¿Qué pasa cuando ellos ven más comerciales de bebidas alcohólicas que de servicios de salud advirtiendo sobre los riesgos de beber alcohol? ¿Qué sucede cuando ellos observan que la mayoría de los encuentros deportivos están patrocinados por la industria del alcohol? ¿Y qué pueden pensar cuando se enteran de que las drogas con y sin prescripción médica, son ampliamente promocionadas para ayudar a solucionar malestares y dolores en general, perder peso o simplemente tener una mejor apariencia? ¿Qué esperamos cuando los menores escuchan a celebridades artísticas o deportivas admitir haber tenido adicción a las drogas, e incluso, cuando sus padres las consumen y abusan de ellas?

Desafortunadamente, mucha gente joven puede llegar a la conclusión de que el alcohol y las demás drogas forman parte de un modo de vida atractivo, puesto que gracias a ellas las personas adultas arreglan sus problemas, les permiten obtener éxito en la vida e incluso que se divierten. Más aún, algunos jóvenes pueden considerar que cierto tipo de sustancia psicoactiva los ayudará a tener un mejor desempeño sexual o los convertirá en mejores amantes.

Relacionarse con personas que consumen alcohol y otras drogas puede convertirse en un factor importante de riesgo para el consumo de estas sustancias en la adolescencia. “Si todos lo hacen, yo también puedo hacerlo”; asimismo, la falta de información veraz sobre las adicciones para el público en general, y la carencia de asignaturas en relación con este tema en las universidades que preparan a los futuros médicos y psicólogos, son un campo fértil para el desarrollo de mitos en relación con el uso del alcohol y otras drogas.

Por otro lado, el estigma social que viven miles de jóvenes que padecen esta enfermedad les dificulta pedir ayuda y comenzar un tratamiento, con lo que la enfermedad continúa avanzando. Las experiencias familiares tienen una fuerte influencia en la adquisición o no de los problemas relacionados con el uso del alcohol y de otras drogas en la juventud. Los lazos familiares, junto a una comunicación efectiva entre padres e hijos, puede ayudar a proteger a los niños de los innumerables factores emocionales y sociales que provocan el consumo de dichas sustancias. Un factor de protección en relación con el consumo y abuso de alcohol y otras drogas es integrar una familia bien estructurada, donde existan límites claros para todos sus miembros que puedan negociarse de acuerdo con las necesidades de cada uno.

(EL ARTICULO COMPLETO SE ENCUENTRA DISPONIBLE PARA SU CONSULTA, DIRECTAMENTE EN NUESTRO CENTRO DE INFORMACION)

Nota

Pedro E. Sánchez Paz: *Psicólogo por la Universidad del Valle de México; diplomado y especialidad en Adicciones, por el Centro de Estudios Superiores Monte Fénix; docente del Centro de Estudios Superiores Monte Fénix; Director clínico de Monte Fénix.

FUENTE: Revista “Liberaddictus”, Número 89, Ene-Feb 2006.