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Última actualización [28/06/2004]



Mujeres aficionadas al alcohol





Por Regina Reyna

Al contabilizar el número de alcohólicos, las cifras arrojan que de cada 10 enfermos 9 son hombres. No obstante, se contempla que para los próximos años la balanza tienda poco a poco a equilibrarse, porque las mujeres inician el consumo de alcohol a una edad más temprana.

Se sabe que si se bebe de manera moderada, el alcohol trae algunos beneficios a la salud, como incremento en niveles del colesterol bueno (HDL), reducción del riesgo de bloqueo arterial en las piernas y formación de coágulos sanguíneos, así como de degeneración macular (afectación de la mácula, al centro de la retina, que causa ceguera paulatinamente); incluso, hay estudios que señalan que protege en la senilidad contra el mal de Alzheimer. Pero, todo exceso es perjudicial, y de los daños del alcohol hablaremos más adelante.

La más reciente Encuesta Nacional de Adicciones (1998) informa que la mujer prueba por primera vez el alcohol entre los 12 y 16 años de edad, rango en el que también inicia su actividad sexual, en muchos de los casos como consecuencia de los influjos de la bebida. Sin embargo, es entre los 25 y 30 años cuando el consumo se empieza a hacer habitual, buscando con ello una forma de escape ante situaciones extremas, como conflictos emocionales con su pareja o hijos, presiones de tipo laboral, o por estar envueltas en fuerte sentimiento de soledad. Quienes incursionan en el alcoholismo después de esta edad lo hacen, principalmente, por fracaso amoroso o matrimonial, es decir, viudas, solteras o mujeres sin descendencia.

No resulta raro que las damas beban a escondidas para evadirse de las situaciones que les producen conflicto, por lo que puede pasar mucho tiempo sin que alguien sospeche que son víctimas del alcoholismo, ya que encubren sus síntomas con dolencias o enfermedades.

Ahora bien, el organismo femenino es mucho más sensible a los efectos del alcohol que el de su contraparte masculina, debido principalmente a que cuenta con menor cantidad de agua corporal que el hombre, lo que resulta muy importante al momento de degradar el dañino compuesto. En consecuencia, son mayores las probabilidades de desarrollar enfermedades hepáticas (hígado) en menos tiempo.

Pero no únicamente este órgano es susceptible de sufrir daños por alcohol; el cerebro, por ejemplo, funciona más lentamente y se afecta su estado de alerta, coordinación y tiempo de reacción. Asimismo, la bebida interfiere en el sueño, potencia sexual, produce dolor de cabeza, aumenta la presión arterial y contribuye a la acidez en el estomago. Si a ello añadimos las afectaciones de tipo mental, como depresión, angustia, ansiedad, baja autoestima y culpabilidad, entre otras, entenderemos que el daño en las mujeres, comparativamente, es más alto.

Es así que las enfermas alcohólicas tienen mayores tasas de mortalidad que los hombres por las razones orgánicas expuestas y como resultado de suicidios o accidentes vinculados con la bebida.

¿Cómo ayudar?

La mujer que sufre de alcoholismo no reconoce fácilmente que es víctima de él, debido, en gran parte, a la intolerancia de la sociedad frente a ella. Un ejemplo de ello es que 9 de cada 10 adictas son abandonadas por su marido, quienes prefieren esto a que su entorno social lo relacione con una esposa alcohólica.

Entonces, quienes asumen el problema son los hijos, que casi siempre la aceptan enferma y buscan ayuda para que se recupere. El proceso necesitará de comprensión y cooperación de los miembros restantes de la familia, pues no serán raros los síntomas del llamado síndrome de abstinencia, es decir, la aparición de efectos negativos después de abandonar la bebida, entre los que se cuentan temblor corporal, debilidad general y náuseas, causados por la insuficiencia de vitaminas que les produce el consumo excesivo de alcohol. Rasgos más severos son las convulsiones y alucinaciones.

Una vez que la paciente asume su adicción y se siente apoyada por su familia, comienza el tratamiento como tal, y para llevarlo a cabo es conveniente acudir a alguna institución especializada, como Alcohólicos Anónimos. Es importante mencionar que en los primeros meses el riesgo de una recaída está latente (50% de las enfermas la experimentan durante el primer mes), debido a la dependencia física producida por el alcohol, la que paulatinamente desaparecerá hasta lograr la abstinencia total.

Es difícil evitar la exposición al alcohol, pues los medios de información se encargan de bombardearnos cotidianamente con mensajes en los que el consumo de tequila, brandy o ron, entre otros, son parte de una escenografía encantadora donde todo es perfecto. Ese falso espejo en que se quiere que nos veamos reflejados nos acarreará problemas como los mencionados si no tenemos la prudencia de descifrar el mensaje, o de ayudar a las menores a hacerlo.


Salud y Medicinas
Fuente: http://www.t1msn.com.mx/mujer/mujerdehoy/art015mujerhoyalcohol/Default.asp