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Última actualización [28/01/2007]



La zona de peligro: 1.6 millones de jóvenes adictos fuera del marco de estrategias de tratamientos




Richard Scheinin

ESTADOS UNIDOS
Con su esmalte de uñas rosado brillante, maquillaje cargado y llamativo y ojos con delineador grueso, Sarah parece mucho mayor de los 16 años que tiene. Pero el verse demasiado vieja jamás ha sido su problema -- no desde que cumplió los 11 años, cuando buscó ayuda en un programa de tratamiento contra las drogas para adolescentes, en California, y fue rechazada por ser demasiado joven.

Para entonces ya había fumado cristal meth por lo menos un año. Había sido expulsada del sexto grado después de 17 suspensiones; había huído de cinco hogares temporales y lucía, según su más reciente apreciación, “espantosa” -- flaca como palillo, con diferente color de cabello y rostro lleno de cicatrices producidas por ella misma.

Inelegible para el programa “Developmentally Targeted” para adolescentes, la adolescente Sarah cayó al vacío. Aunque una trabajadora social de Child Protective Services, familiarizada con su caso, le ofreció consejería alternativa, pasó un año antes que Sarah dejara de usar drogas, y lo hizo bajo sus propios términos.

El hecho más impresionante es que del 1.6 millón de personas entre las edades de 12 y 18 años con problemas verdaderamente serios de alcohol y drogras, menos de una de cada 10 recibe tratamiento. Y según la Office of Applied Statistic , en el 2005, de los estimados 175,000 que recibieron tratamiento, sólo un 25% continúa los tres meses - tal y como lo recomienda el National Institute on Drug Abuse - y menos del 50% se queda ni siquiera seis semanas.

Y una vez regresan a la gran comunidad, virtualmente no existe un cuidado continuado para adolescentes que luchan por mantenerse ''limpios''. Un estudio del 2002 en el Journal of Substance Abuse Treatment descubrió que casi un 80% de los adolescentes recae dentro del año de tratamiento.

Existe una explicación para esta vergüenza pública: La epidemia de abuso de alcohol y drogas entre la juventud no fue un problema visible sino hasta recientemente, ya sea porque no se reconocía, se ignoraba o era algo que parecía demasiado terrible para ser verdad. Hasta 1997 sólo había 17 estudios publicados en el campo de tratamientos de drogas en adolescentes, los cuales eran considerados de calidad dudosa.

Hoy el campo está pasando de aguas desoladas y estancadas a una disciplina de vanguardia, con docenas de nuevas subvenciones federales, cientos de estudios publicados, prometedoras nuevas intervenciones y -- finalmente -- resultados evaluados del programa.
Uno de los resultados más significativos es el rápido crecimiento de recuperación de escuelas superiores y universidades -- algunas en lista de espera -- cuyo enfoque principal es la abstinencia y la recuperación del estudiante, después del tratamiento. En el nivel de escuela superior hay 30 de estas escuelas a nivel nacional, cada una bajo un modelo de 12 pasos, ofreciendo ayuda de mentores y reglas concretas para mantenerse ''limpio'', así como también el tipo de relación entre compañeros que fortalece nuevos patrones de conducta positiva, algo generalmente imposible en una escuela superior típica.

“Pensar que un adolescente vaya a ir a un tratamiento de 30 días y que va a regresar a su antiguo medio ambiente -- donde compró sus drogas, donde sus amigos las usan y donde fue visto usando las drogas… eso no es realista para la mayoría de jovencitos”, dice Andrew Finch, director ejecutivo de Association of Recovery Schools, quien representa 30 escuelas superiores, de Alabama a Alaska.

“Para ellos la escuela es una zona de peligro”, dice Finch. “Es como que se le diga a un adulto alcohólico que vaya a trabajar a un bar”.

Finch dice que el programa funciona: Entre el 20 y el 30 por ciento de los jóvenes participantes recae, pero eso es un incremento substancial por encima de la norma nacional del 80 por ciento.

El campo está explotando con nuevo conocimiento sobre adolescentes y el abuso de substancias. Por ejemplo, hoy se comprende que la vasta mayoría de adolescentes que abusan de las substancias -- más del 80 por ciento son chicas, según recientes estudios académicos -- han sido abusados sexual, física o emocionalmente. Con esto en mente, muchos expertos han indicado que se tiene que llevar a cabo un sondeo de abuso sexual cuando un/una joven drogadicta o alcohólica se presenta al tratamiento.

“El asunto de la victimización traumática es un elefante del que no se habla en las
salas de asesoramiento”, escribe Michael L. Dennis, psicólogo investigador en Chestnut Systems , un centro de tratamiento e investigaciones en Bloomington, Ill., y autor de pruebas de gran aceptación para la evaluación de drogas. “El abuso físico, sexual y emocional son la norma”.

Muchos adolescentes que abusan de las substancias -- estimados federales dicen que es el 70 por ciento -- también tienen problemas de salud mental, como DDA, desorden bipolar o desorden por estrés post-traumático. En un escenario Catch-22, jóvenes y adultos mentalmente enfermos son rechazados rutinariamente de centros de tratamiento contra las drogas y el alcohol, diciendo por lo general que deben tener bajo control su depresión antes que puedan ser tratados por sus adicciones. Hoy el consenso entre expertos es tratarlo todo.

Lentamente, agencias públicas locales de todo el país están respondiendo; algunas llegando a consolidar agencias de salud mental y abuso de drogas en una sola identidad, esperando que sus consejeros sean entrenados para lidiar con ambos. La nueva norma son programas de tratamientos múltiples: Un adolescente se reúne regularmente con sus consejeros, padres, guía espiritual, oficial de libertad condicional; todos alrededor de la misma mesa, considerando los intereses del/la joven.

Este tipo de enfoque total es parcialmente responsable del crecimiento del cuerpo de investigadores que desenmascara los efectos del alcohol y la marihuana en el cerebro del adolescente.

Entre los descubrimientos de los efectos del alcohol: Un adolescente con historia familiar de alcoholismo tiene el 50 por ciento de probabilidades de volverse alcohólico. Cuando un adolescente bebe grandes cantidades de alcohol, su cerebro cambia; los investigadores sospechan que se activan proteínas específicas, incrementando la susceptibilidad al alcohol a través de toda su vida. Adolescentes que empiezan a beber antes de los 15 años tienen cuatro veces mayor probabilidad de llegar a depender del alcohol más adelante en su vida.

“Y cuando beben, tienden a beber en abundancia”, hace notar un reporte de la American Psychological Association. “Bebedores menores de edad consumen un promedio de cuatro a cinco tragos por ocasión, unas cinco veces al mes. En comparación, el adulto de 26 años que bebe, consume un promedio de 2-3 tragos por ocasión, unas nueve veces al mes”.

Entre los jóvenes que pasan de un tipo de droga a otra, el sabor al alcohol puede escalar fácilmente a uno por las drogas -- y hoy existen muchísimo más selecciones que nunca.

Desde 1992, entre los adolescentes se ha triplicado un nuevo tipo de abuso de drogas: La mezcla de medicinas que se venden con receta médica - como los analgésicos opiáceos, tranquilizantes y estimulantes. Entre los adolescentes, estas se conocen como fiestas “farming” o “trail-mix”, constituyendo actualmente el tipo de abuso de drogas de mayor crecimiento en los Estados Unidos, superando a la marihuana en un factor de dos.

El más reciente informe Monitoring the Future , la continuación de un estudio de uso de drogas entre adolescentes, conducido por la Universidad de Michigan y el National Institutes of Drug Abuse, encontró que desde el 2002, el 5.5 por ciento de estudiantes de 12 años ha usado la medicina Oxycontin - que requiere receta médica - hasta un 4 por ciento. Los últimos cinco años la metanfetamina se ha convertido en grave problema en el Oeste y el medio Oeste. En reciente encuesta, 70 por ciento de hospitales de condado y regionales atribuyeron a la metanfetamina el 10 por ciento de visitas a las salas de emergencia.

“Estamos en una verdadera epidemia”, dice Brent Kelsey, asistente de la Utah Division of Substance Abuse and Mental Health . “Hoy la metanfetamina es la droga No. 1 por excelencia entre la gente de 26 a 35 años, y las consecuencias en la salud pública son enormes”.

Y aunque se ha demostrado que el tratamiento para la adicción de meth funciona, es típicamente más intenso que para ningunas otras drogas. Con frecuencia los expertos comparan el daño por ''met'' con una lesión cerebral que requiere ayuda y tratamiento a largo plazo. De hecho, las necesidades de los adictos a la ''met'' han empezado a superar el tratamiento por alcoholismo.

“En Utah, el número de alcohólicos entrando a tratamientos es mucho menor y no creo que sea porque haya menos alcohólicos”, dice Kelsey. “Lo que sucede es que -- dada la criminalización de las drogas -- para el alcohólico se ha vuelto mucho más difícil conseguir estos servicios en nuestro sistema. La realidad es que los adictos a la metanfetamina y otras drogas los están expulsando de los servicios”.

A pesar de la lluvia de información llegando del mundo académico, con gran frecuencia familias de adolescentes con problemas enfrentan prácticas dudosas y muy pocas alternativas. Padres de familia pueden terminar en la bancarrota, en su búsqueda de ayuda, dado que aseguradoras privadas no cubren el costo del tratamiento. Aún para los contados que pueden costear la cuota típica de US$20,000 por un programa de tratamiento privado residencial de 30 días, existen muy pocos programas efectivos y no hay garantía por parte de los que existen.
En el 2004, un panel de expertos evaluó 144 de los programas anti-drogas “más famosos” , para adolescentes, y concluyó que la mayoría de ellos falló en tomar en cuenta los elementos principales de un tratamiento exitoso: Evaluación individual al comienzo del tratamiento, terapia especial para adolescentes con problemas psiquiátricos, diferencias de género y culturales, cuidado continuado, evaluación del personal y resultados del tratamiento.

Lo que el estudio no se preocupó en mencionar es que de hecho no existen estándares de licenciatura para consejeros de adolescentes drogadictos. Unos cuantos estados, entre estos California, Washington y Colorado, están trabajando actualmente en su establecimiento.

“Si yo fuera un padre de familia tratando de navegar algo para mi hijo o hija, aún yo -- sabiendo todo lo que sé -- pasaría por momentos muy difíciles tratando de dilucidarlo”, admite Yolanda Pérez-Logan, directora de proyectos del programa Reclaiming Futures en Santa Cruz, California.

Introducida en 10 ciudades, Reclaiming Futures es una iniciativa de cinco años fundada por la Fundación Robert Wood Johnson en respuesta a la “brecha de tratamiento” que se da cuando un adolescente cada vez más dependiente de las drogas termina teniendo problemas con la ley. Esta brecha es más bien un cañón: Cuatro de cinco arrestos de adolescentes involucran el uso de drogas o alcohol, mientras que el 80% no recibe ningún tratamiento para el problema que los llevó hasta ahí.
La justicia juvenil sirve como cierto tipo de laboratorio para lo que trabaja, dado que la mayor parte de jóvenes que abusan las drogas y el alcohol entraron a tratamiento primeramente por sus puertas. Lo cual significa que ellos no llegan por voluntad propia. Si acaso, la mayor parte de jóvenes en tratamiento residencial llega vía el sistema de justicia juvenil. Aún entonces los padres tienen que hacer frente a enorme porción de la carga financiera.

Por ejemplo, en California el costo de tratamiento ordenado por la corte es casi de US$6,000 al mes. Por eso algunos condados pasan una factura del 60 por ciento de ese costo a la familia --que con toda seguridad ya se encuentra vivienco al borde de la bancarrota -- más de $20,000.

Para aquellos que pueden conseguir tratamiento privado, muchos programas juveniles hoy se están alejando del modelo de 12-Pasos clásico, como el de Alcohólicos Anónimos (AA) y Narcóticos Anónimos (NA). Una división filosófica ha emergido en el tratamiento de la comunidad, con ciertos programas en-el-terreno, apoyan alternativas a los 12 Pasos y su insistencia en la abstinencia total.

“Muchos tratamientos están usando nuevas practicas, basadas en nueva evidencia, que se encuentran con los jóvenes donde ellos están con su actual abuso de substancia y les ayudan a tomar una decisión de lo que van a hacer sobre ello”, dice Randy Muck, principal consejero de salud pública en los Programas de Tratamiento para Adolescentes en la Substance Abuse & Mental Health Services Administration .

Muchos expertos discuten que el lenguaje de programas de 12 Pasos, con su punto inicial de sobriedad, nació de un modelo terapéutico cuyo objetivo era hombres adultos. Su súplica principal a un “Poder Superior”, con frecuencia es uno de los puntos más punzantes con los adolescentes que, en palabras de un oficial de libertad condicional, con frecuencia “piensas que ellos son la autoridad superior”.

“Por años el problema que he encontrado es que el tratamiento para jóvenes es básicamente un tratamiento para adultos, solo que reempacado”, dice Scott Reiner, gerente de desarrollo del programa en el Departamento de Justicia Juvenil de Virginia . “Lo que probablemente hacen es cambiar un par de palabras, pero jamás tocan las necesidades de desarrollo para los chicos”.

No es de sorprender que a una chica de 11 años como Sarah se le haya dicho que regresara a tratamiento cuando cumpliera los 14.

Hoy Sarah recibe clases en The New School , una escuela superior alternativa compuesta mayormente por ex miembros de maras y ex drogadictos de Watsonville, California, la cual ofrece algunos servicios que usted no encontrará en su escuela superior típica -- incluyendo transportación después de las clases a reuniones de AA y NA cercanas; exámenes rutinarios de orina; y a un perro que llega a olfatear mochilas, un par de veces al año.

Al igual que muchos de sus compañeros en la escuela, Sarah alega que ella tuvo que encontrar la forma de ''limpiarse'' ella misma, sin tratamiento ni ayuda profesional. Según cuenta, sucedió así:

“Huía de una casa de grupo y durante un mes nadie sabía dónde me encontraba. Un día regresé a mi casa y mi sobrina me preguntó, ''¿Vas a regresar a la cárcel?'' Eso me hizo sentir tremendamente mal porque ella apenas tenía 6 años de edad.
“Vi que mi sobrina pasaba exactamente por la situación que yo pasé. Peleaba con su mamá, su mamá siempre la castigaba físicamente”. Y yo me puse a pensar, ''¿cómo voy a ayudarla si no dejo de hacer lo que estoy haciendo?”
(Richard Scheinin es reportero del San Jose Mercury News.)

FUENTE: Silent Treatment/Addiction In America
http://stories.silenttreatment.info/spanish/youth_spanish_01.asp