El vino, un bien real



Más que un grato sabor en su paladar, el vino tinto puede brindar un considerable número de beneficios a la salud, siempre y cuando se tome con moderación.

 

¿Ha escuchado que beber una copita de vino ayuda a conservar la salud? No es un mito. Con frecuencia los médicos recomiendan a sus pacientes consumir esta bebida etílica para evitar algunos padecimientos y favorecer ciertos procesos, por ejemplo que las grasas ingeridas en los alimentos no se acumulen en las arterias, impidiendo así que ocasionen fallas en el corazón.

 

El Médico Epidemiólogo Elías Rosales explica que el vino tinto está integrado por varios componentes químicos considerados los responsables de brindar un efecto preventivo en algunas patologías:

 

-El tanino, sustancia astringente que actúa como estimulante del movimiento peristálico intestinal, evitando constipaciones.

 

-Las catequinas, también conocidas como flavonoides, cuyas propiedades son anticancerígenas y antiinflamatorias, y además están relacionadas con los taninos, funcionando como antioxidantes celulares.

 

-El alcohol, que en una porción justa es lo que dota al vino de sus características antisépticas, reduciendo la posibilidad de infecciones en la mucosa bucal y garganta.

 

Además esta bebida de mesa posee virtudes digestivas y nutritivas, y elementos que estimulan la secreción de jugos gástricos beneficiando la digestión de alimentos más pesados o grasosos.

 

Por su contenido de vitaminas A, C y varias del complejo B (biotina, colina, incositol, ciancobalamina y ácido fólico, entre otros), el tinto retarda el envejecimiento. El mismo grupo vitamínico unido al manganeso, otorga facultades antialérgicas. Y como tiene pequeñas cantidades de hierro, previene la anemia o bien ayuda a contrarrestarla.

 

Otra de sus bondades es que reduce el riesgo de contraer cáncer, ya que incluye sustancias que activan la respiración celular. Además es digestivo debido a su alto nivel de vitamina B2, la cual permite eliminar toxinas y ayuda a la regeneración del hígado. Asimismo, participa de forma activa en el metabolismo de las proteínas y de los glúcidos (azúcares).

 

Ingerir vino se sugiere a aquellas personas que sufren ansiedad o tensión emocional, pues permite el justo equilibrio de la mente y los sentimientos, por sus cualidades euforizantes en dosis moderadas. Igualmente, es útil para quienes desean moderar su apetito o bajar de peso, ya que ayuda a controlar las anomalías alimenticias.

 

El vino es bueno para quienes padecen artritis, al disminuir de forma considerable gran parte de sus molestias. Bloquea además la progresión de las cataratas y evita el calor repentino de quienes atraviesan por la menopausia.

 

SIEMPRE TINTO Y CON MEDIDA

Cabe aclarar que el vino blanco no brinda los mismos ‘poderes' que el tinto: "En el tinto, en el jugo de uva, las cervezas oscuras y el té, hay dos compuestos llamados resveratrol y quercetina, que han demostrado estimular el sistema inmunológico, mientras que en el blanco son muy escasos los componentes que pueden apoyar en algo; tampoco el whisky aporta beneficios", explica el epidemiólogo, agregando que la ‘dosis' indicada de tinto es de dos copitas de 30 onzas al día, no más.

 

Para mejores resultados, el especialista recomienda el consumo de vino con pocos años de elaboración, como máximo ocho, pues su principal fuente benéfica es el jugo de uva tipo Cabernet Sauvignon y con los años podría perder parte de sus propiedades.

 

No es para cualquiera

No todos son candidatos para valerse del vino como una manera de preservar la salud. Quienes deben abstenerse son las personas diabéticas o hipertensas, la gente con úlceras gástricas o trastornos psiquiátricos, y aquellos que estén bajo medicación. "Hay individuos que se encuentran en tratamiento y eso se contrapone a los resultados. Por ejemplo las personas que toman antiparasitarios obtienen un efecto tremendo", subraya el entrevistado.

 

Asimismo es importante señalar que si bien su contenido de alcohol es mínimo, el vino puede producir euforia dado que libera endorfinas y dopamina en el cerebro, generando así desinhibición y estados de inconsciencia en casos de abuso.

 

El más afectado cuando ‘se pasa la mano' al beber vino es el sistema digestivo, sobre todo el hígado encargado de metabolizar, encargado de filtrar el alcohol. Por eso el exceso de "¡salud!" suele ocasionar hepatitis alcohólica y cirrosis. Pero sin ir tan lejos, dependiendo de la sensibilidad de las personas, tomar vino puede generar irritación de estómago al grado de provocar úlceras e incluso cáncer de colon. Por lo anterior, no está de más que antes de ‘recetarse' una ración diaria de tinto, acuda a revisión con su médico de confianza para que él verifique que su organismo no vaya a resultar perjudicado por la ingesta de alcohol.

 

Dejando de lado las excepciones, queda claro que el consumo responsable del vino es más que bueno para la salud. Seguramente se pregunta por qué entonces no se comenta de manera más abierta. "La mayor o menor difusión se relaciona con la cultura y la idiosincrasia de cada pueblo", expone Rosales. Así, notamos que a diferencia de los países de la Unión Europea, en México es poca la publicidad que se le ha dado a las bondades de esta bebida, aunque es de esperarse que tal panorama cambie paulatinamente.

 

Ahora que ya está enterado de los beneficios del vino tinto, considere imitar a los europeos e incorporar un par de copitas a su dieta diaria. Fuente: Médico Epidemiólogo Elías Rosales.

 

FUENTE:      El Siglo de Torreón

www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/630187.html