Inhabilidad para dormir

Cristina Aguayo-Mazzucato

MEXICO

Distintos estudios coinciden en que la inhabilidad para dormir radica en una hiperactividad de distintos componentes del sistema nervioso central

 

El insomnio es una pesadilla para los que lo padecen. En su definición más laxa ha sido experimentado por la mayoría de personas y resulta desafortunado el uso cada vez más frecuente de somníferos.

 

Es redundante decir que el insomnio disminuye la calidad de vida de aquellos que no pueden dormir. Cualquiera que haya pasado aunque sea la parte de una noche en vela sabe que las consecuencias se pagarán al día siguiente pero la cuantificación de estas consecuencias resulta sorprendente. La probabilidad de accidentes entre insomnes es hasta 4.5 veces mayor que en aquellos que duermen bien. La productividad laboral es menor ya que faltan más al trabajo, disminuye su capacidad de concentración y les es difícil llevar a cabo tareas simples.

 

Un estudio comparó la calidad de vida de pacientes con insomnio severo y la de pacientes con insuficiencia cardiaca. Fue sorprendente que los insomnes se quejaban más de dolores, tenían mayores (de)efectos emocionales así como problemas de salud mental que las personas cuyo corazón fallaba.

 

Todo esto tiene repercusión económica. Los insomnes gastan 60% más dinero en servicios de salud y un estudio llevado a cabo por los institutos nacionales de Salud estadounidenses en 2006 estimó que la falta de sueño le cuesta a Estados Unidos 150 mil millones de dólares al año.

 

Y a todo esto ¿qué es el insomnio? La clasificación menos estricta considera que es suficiente tener uno de los siguientes síntomas para ser clasificado como insomne: dificultad para empezar a dormir, dificultad para permanecer dormido, despertarse muy temprano o que el sueño no sea reparador. Considerado así, 30% de los adultos son insomnes lo que en México representa 15 millones de personas.

 

Sin embargo, en 2005 una junta de expertos determinó que para considerarse insomnio las personas debían sufrir efectos negativos por la falta de sueño durante el día en cuyo caso la frecuencia disminuye 10%. Finalmente, para el manual de desórdenes mentales DSM-IV se considera insomnio sólo si los síntomas duran más de un mes con una frecuencia de tres o más días por semana en cuyo caso 6% de la población sufre este problema.

 

Definiciones aparte, mucho se ha investigado sobre las causas del insomnio para tratar de curarlo. Distintos estudios coinciden en que la inhabilidad para dormir radica en una hiperactividad de distintos componentes del sistema nervioso central. Entre ellos está el sistema de respuesta que mantiene elevados los niveles de cortisol constantemente, su cerebro consume más glucosa durante el día y tienen mayor consumo de oxígeno y de frecuencia cardiaca. Todo esto revela que durante el día el cuerpo de los insomnes es más activo que el de personas normales.

 

Por la noche, esta actividad no disminuye lo suficiente haciendo difícil la conciliación del sueño. Y entonces empieza la verdadera venganza de Morfeo: ¡la ruminación! En ella el insomne incauto empieza a pensar en aquellos aspectos de su vida que lo estresan, los que crecen sin control impidiéndole dormir. Entonces la preocupación empieza a versar sobre las consecuencias de la falta de sueño y lo mal que la pasará al día siguiente perpetuando las dificultades para dormir. Y efectivamente el día siguiente es una pesadilla.

 

Si usted, lector, ha pasado una noche en vela sabe perfectamente a qué se refieren todas estas preocupaciones.

 

Pero ¿qué se puede hacer al respecto? Empecemos por el que debe ser el último de los recursos: los medicamentos. Los medicamentos de elección para tratar el insomnio son las benzodiacepinas, sin embargo, su eficacia a largo plazo es cuestionada. Un estudio publicado en CMAJ reveló que estos medicamentos hacían que las personas se durmieran 11.7 minutos antes y en total dormían 48 minutos más que cuando no tomaban el medicamento. Más aún, el ejercicio tenía los mismos efectos que las benzodiacepinas.

 

La lista de efectos adversos de las benzodiacepinas es larga e incluye dependencia, caídas, disminución del estado funcional, alteraciones cognitivas, confusión y comportamientos aberrantes entre otros.

 

Así, la conquista de Morfeo debe basarse en dos ejes: el ejercicio y la higiene del sueño. Las maniobras de la higiene del dormir son varias y hablar en detalle de ellas amerita una columna entera. De manera somera incluyen evitar grandes comidas por la noche, la cafeína, el tabaco y el alcohol, reducir la ingesta de líquidos por la noche, usar el cuarto únicamente para dormir, ser constante en las horas a las que se va a dormir y se despierta, evitar siestas durante el día y controlar los estímulos mientras se duerme evitando temperaturas extremas, ruido y luces brillantes (incluida la televisión). Para algunos reconciliarse con Morfeo no es fácil pero hay que considerar que por pasivo que parezca el sueño a veces requiere de medidas enérgicas para mantenerlo.

 

FUENTE:
El Universal/Columnas/Materia prima

http://www.eluniversal.com.mx/columnas/72461.html