Alcoholismo




El consumo moderado de bebidas alcohólicas como la cerveza, el vino o los licores suelen ser beneficiosos para la salud, aunque si la cantidad aumenta de manera casi imperceptible hasta trastornarse en excesiva, puede llegar a intoxicar gravemente al organismo y a perjudicar de modo considerable la salud.

Ingerido en poca cantidad, el alcohol puede estimular el apetito y producir una sensación de bienestar, ya que es un vasodilatador que aumenta el riego sanguíneo de la piel y brinda una agradable sensación de calor.

El motivo más importante por el que la mayoría de la población de Occidente toma alcohol tiene la causa en que atenúa de forma gradual las reacciones nerviosas, relaja la ansiedad, facilita la pérdida de las inhibiciones y, por lo tanto, aporta confianza en uno mismo.

No obstante, la ingestión excesiva de bebidas alcohólicas hace disminuir el nivel de azúcar contenido en la sangre hasta llegar a producir hipoglucemia. En este estado, el bebedor se siente débil, mareado, confuso y hambriento. Para contrarrestar este efecto es recomendable beber o comer algo dulce.

Aunque en pequeñas cantidades el alcohol potencia al deseo sexual, más de dos copas empiezan a crear problemas para que el hombre mantenga la erección. Ello es debido a que el alcohol adormece o disminuye la sensibilidad de los nervios que regulan tanto la erección como la eyaculación.

Por otra parte, si bien las bebidas alcohólicas contienen gran cantidad de calorías en forma de hidratos de carbono, también es cierto que carecen de valor nutritivo. Esto explica la razón por la cual los sujetos que son bebedores asiduos y que tienen un exceso de peso, presentan a menudo síntomas de nutrición deficiente.

Una persona puede considerarse alcohólica cuando su relación con el alcohol comporta una dependencia tanto psicológica como física.

El alcoholismo puede afectar a todo tipo de personas, con independencia de su edad, clase social, raza o sexo.

La ingestión de alcohol es una costumbre tan aceptada por la sociedad occidental, que el tránsito desde el hábito de beber hasta el alcoholismo puede pasar inadvertido para quienes integran el entorno habitual del bebedor.

Síntomas
El organismo desarrolla una tolerancia progresiva al alcohol, lo cual genera el peligro de terminar en una dependencia. A medida que transcurre el tiempo, se requiere más cantidad de bebida para lograr los efectos iniciales de relajación y el bienestar.
Los síntomas desarrollados por los bebedores dependientes consisten en una evidente obsesión en su relación con el alcohol, y una incapacidad para moderar o restringir el consumo a cantidades razonables. Por otra parte, a medida que se desarrolla el alcoholismo se pueden observar signos de deterioro, tanto físico como mental. La falta de higiene, el desaliño general, la depresión y todo cuanto se refiere a su aspecto se encuentra entre las primeras señales físicas. En lo relativo a los indicios de afección mental, los primeros son la irritabilidad, la falta de memoria, la disminución de la capacidad de concentración y de reacción, el aumento de la distracción y el desasosiego ante la posibilidad de tener que realizar una tarea precisa y detallada.

El síntoma más claro de dependencia se comprueba en la persona que necesita una dosis de alcohol desde que se despierta, seguida de muchas otras a lo largo del día.

EVITAR LOS EXCESOS
Beba despacio. Las bebidas alcohólicas deben tomarse muy lentamente y, con preferencia, después de las comidas, ya que de esta forma su absorción por el organismo es más lenta.

No beba solo. También se recomienda no beber solo, y alternar bebidas alcohólicas con bebidas sin alcohol para, de este modo reducir el consumo.

Póngase un límite. Dado que el elemento fundamental para abandonar una dependencia es la propia voluntad, el cambio de hábitos puede empezar poniendo un límite al número de copas que se van a consumir, y ciñéndose a él de forma estricta.

Un promedio diario no superior a dos cañas de cerveza (o su equivalente en otras bebidas) en un límite seguro.

Diluya las bebidas. Si se bebe ginebra, whisky o licores, es conveniente diluirlos con agua tónica, agua, sifón o incluso con hielo.

CONTENIDO ALCOHOLICO DE LAS BEBIDAS
El alcohol de las bebidas alcohólicas es el etílico, y el etanol.

De acuerdo con el contenido alcohólico aproximado de las bebidas más comunes, se pueden extraer algunas conclusiones sobre la cantidad de alcohol que se ingiere:

El 5% o menos en volumen:

Las bebidas obtenidas por fermentación, como la sidra y casi todas las cervezas comunes, añejas o amargas, suelen contener entre el 4 y 6% de alcohol en volumen.
Algunas cervezas añejas que son más frecuentes, pueden llegar incluso hasta el 8 o 9%.
Entre el 10 y el 14% en volumen:
Los vinos corrientes de mesa contienen un porcentaje que oscila entre el 10 y el 13%. No siempre el contenido alcohólico del vino se relaciona con su sabor o su aroma. Muchos vinos de reserva fuertes, con mucho cuerpo, pueden tener menor contenido alcohólico que los vinos jóvenes y ligeros.

Entre el 17 y el 22% en volumen:
Los vinos "reforzados", como el jerez y el oporto, se denominan de este modo porque se les agrega alcohol, con lo que pueden alcanzar hasta un 22% en volumen.

Más de 35% en volumen:

Casi todos los licores y las bebidas obtenidas por destilación, como el whisky, la ginebra, el vodka y el coñac o brandy, tienen un contenido aproximado de un 40% de alcohol en volumen.

Tamaños equivalentes:
El tamaño del recipiente en el que se suele servir las diferentes bebidas es variable de unas a otras. Por lo tanto, un vaso de cerveza, aunque contiene menos proporción de alcohol que el whisky, por su volumen equivale al alcohol contenido en un whisky. Los equivalentes mencionados se basan en el tamaño habitual de los vasos, copas o jarras usados en los bares y establecimientos públicos. El contenido alcohólico de un cuarto de litro de cerveza es igual al de un vaso de vino, al de una copa de jerez o al de una medida de whisky.

CONSECUENCIAS
El deterioro general que, de forma paulatina, sufre el alcohólico lo lleva a adoptar actitudes de evasión, tanto en lo que atañe a las relaciones familiares -una disminución de las muestras de afecto y del cumplimiento de su función como miembro del núcleo, un aumento progresivo de discusiones e irritaciones-, como a las laborales -incumplimiento de sus tareas, llegar tarde al trabajo, discusiones sin causa aparente y, sobre todo, las frecuentes ausencias-.

Poco a poco, el alcohólico va descargando sus responsabilidades en otros porque, íntimamente, sabe que no puede afrontarlas y prefiere derivarlas. Así, de manera gradual, comienza a recorrer por etapas un camino que no por conocido es menos inexorable. En la primera perderá a la familia, para pasar después, en la segunda, a perder el trabajo y, por fin, al llegar a la última, perderá todas sus relaciones, inclusive a los amigos.

Entre las consecuencias físicas figuran la pérdida del apetito y el insomnio, así como ciertas enfermedades cuya incidencia es elevada en los alcohólicos, por ejemplo, la gastritis, las úlceras pépticas, determinados trastornos renales y cardíacos, y la temida cirrosis hepática, enfermedad con un alto índice de mortalidad.

Se ha demostrado estadísticamente que los hijos de padres alcohólicos tienen una gran predisposición a desarrollar esa dependencia.


TRATAMIENTO
El primer paso para someter un alcohólico al tratamiento necesario consiste en que reconozca su dependencia del alcohol y de verdad desee superar su relación con la bebida. Casi todos los tratamientos se basan en lograr que el afectado deje por completo de consumir bebidas alcohólicas y se someta a una terapia psicológica con el doble fin de fortalecer su decisión de abandonar la bebida y mantenerse alejado de ella, y de encontrar y erradicar las causas que lo impulsaron a beber que, en un alto porcentaje, son de origen psíquico.

La adopción de una dieta alimentaria sana y equilibrada, y la realización de alguna actividad deportiva son complementos de gran valor para alcanzar un resultado final satisfactorio.

Si el grado de alcoholismo es muy elevado, con mucha probabilidad en los primeros días de abstinencia se producirán episodios de alucinaciones, de sensaciones terroríficas y de fuertes temblores, que remitirán a medida que el afectado vaya recobrando una cierta normalidad.

La recurrencia en el alcoholismo es muy fácil. En general, basta un solo trago para quien, habiendo dejado de beber, cree haber superado la tendencia. Por este motivo, existen asociaciones especializadas en ayudar a que no recaigan en el viejo hábito, así como también las hay para ayudar a que los familiares de los alcohólicos entiendan el problema y puedan a su vez, colaborar en la cura del afectado.

El alcohol tiene un efecto acumulativo, debido a que el organismo
necesita muchas horas para eliminarlo. Por dicha razón, los efectos del alcohol
a lo largo del día se van acumulando.

LA RESACA
Casi todas las bebidas alcohólicas contienen aditivos, que les proporcionan color y aroma. Estos, combinados con el alcohol, producen la resaca. El coñac o brandy, el whisky y los vinos tintos son bebidas que contienen más aditivos que la ginebra y el vodka.

Aparentemente, el hecho de fumar mientras se bebe contribuye a aumentar la resaca, ya que se manifiesta una mayor irritación en la boca, en la garganta y en el estómago.
Si se experimenta un fuerte dolor de cabeza, es recomendable tomar paracetamol en lugar de aspirinas, ya que ésta contribuye a irritar aún más el estómago


FUENTE: Guía Médica Familiar/Los Trastornos de la Salud
http://www.explored.com.ec/guia/fas8b.htm